domingo, 27 de diciembre de 2015

Los bandoleros, ¿delincuentes o revolucionarios?


Como se plantea en el siguiente artículo del 26 de julio de 2015 de nuevatribuna nos preguntamos que eran los bandoleros delincuentes o revolucionarios:

El bandolerismo, entendido como un fenómeno organizado y duradero, tiene que ver con la existencia de un grupo de hombres armados enfrentados a la legalidad establecida, regidos por un código propio. El bandolerismo se encuentra en los límites imprecisos entre la delincuencia y la rebelión social y política. Hobsbawm consideraba que el bandolerismo era una forma primitiva de protesta social organizada y que en muchas sociedades así lo contemplaban los grupos populares, que los protegían y los idealizaban, creando mitos, como Robin de los Bosques, Janosik o Diego Corrientes. Pero, además, en todas las sociedades campesinas habría bandoleros de los señores tanto como bandoleros de los campesinos y hasta bandoleros del Estado.

El bandolerismo se asocia a los problemas de las sociedades preindustriales, y tiene más importancia en las coyunturas de crisis económicas, sociales y políticas. En el Medievo podemos observar dos tipos de bandolerismo. En primer lugar, estaría el feudal, es decir el protagonizado por la nobleza frente a otros nobles, los campesinos y los burgueses de las ciudades; en este sentido podemos considerar al Cid como una especie de bandolero. Pero, además, estaría el bandolerismo de los salteadores de caminos que empleaban la violencia para poder sobrevivir. Las líneas que separaban a un tipo de otro no estuvieron nunca muy claras.

Con el reforzamiento del poder monárquico y la expansión económica a finales del siglo XV el bandolerismo comenzó a ser sistemáticamente reprimido, tanto el protagonizado por las banderías nobiliarias como por los salteadores de caminos. Los Reyes Católicos combatieron a los nobles levantiscos y pacificaron el campo, ante el alto nivel de violencia y conflictividad social existente en Castilla, recién salida de una guerra civil, a través de la Santa Hermandad. Esta institución era una especie de policía rural y tenía su origen en las Hermandades locales organizadas para mantener el orden en el medio rural. La Santa Hermandad fue aprobada en las Cortes de Madrigal de 1476. La institución podía dictar y ejecutar sentencias en los casos de robo, asesinato e incendios. Los castigos que imponía fueron especialmente duros.

  Pero el siglo XVII vio resurgir el bandolerismo por la crisis económica y social. En Cataluña tenemos un claro ejemplo de su fuerza, fenómeno que terminó por contagiarse a otras zonas de la Monarquía Hispánica, especialmente a Valencia. Aunque el bandolerismo catalán se desarrolló en la época barroca, su origen se remonta a las bandositats feudales. Los sectores más radicales de los remensas no aceptaron la solución de la Sentencia Arbitral de Guadalupe y se organizaron como bandoleros para hostigar a los nobles a finales del siglo XV. Pero esta vertiente popular terminó por recibir una clara influencia de los propios nobles al convertir a los bandoleros en una especie de milicia empleada en los constantes enfrentamientos que vivió la nobleza catalana durante la época moderna. La literatura castellana del Siglo de Oro dedicó no poca atención a los bandoleros catalanes, como el propio Cervantes en el Quijote y en la Galatea, donde habló de los bandoleros de Rocaguinarda.

El bandolerismo fue una constante preocupación de las autoridades del Antiguo Régimen y su represión fue muy complicada, dada la maraña de jurisdicciones existentes y la no disimulada complicidad de algunas oligarquías, como hemos visto en el caso catalán.

En el siglo XVIII, el despotismo ilustrado luchó contra el bandolerismo y no sólo a través de su represión directa. Una de las razones que motivaron la promoción de las Nuevas Poblaciones fue ofrecer seguridad a los comerciantes y viajeros que cubrían un trayecto fundamental para la economía española, es decir, el que unía Madrid con Andalucía, en estrecha conexión con la Carrera de Indias, al repoblar un verdadero desierto humano en torno a Sierra Morena.

El bandolerismo más conocido por todos es el que se dio en el siglo XIX. De nuevo, asistimos a un fenómeno difuso entre la lucha política, militar, social y la delincuencia. El contexto en el que el bandolerismo se convirtió en un fenómeno endémico de algunas comarcas españolas sería el de un campo que no podía absorber toda la mano de obra, el de las guerras, comenzando con la de la Independencia y siguiendo con las carlistas, y el de los cambios en la propiedad de la tierra con las desamortizaciones y la abolición de los señoríos. Al comenzar la centuria surgió la guerrilla frente a los ejércitos franceses, representando, de nuevo, esa compleja relación entre el enfrentamiento de raíz política con la lucha por la supervivencia. Al terminar la contienda, algunos antiguos guerrilleros se convirtieron en famosos bandoleros. 

Esta es la época dorada del bandolerismo con personajes como José María, “el Tempranillo”, Jaime, el Barbudo o Luis Candelas. El bandolero decimonónico adquirió la aureola del héroe romántico, fomentando el estereotipo de español independiente y audaz, muy del gusto de los viajeros extranjeros, pero también, mantuvo el estigma de la delincuencia, ahora con un matiz de signo casi mafioso en relación con el creciente poder caciquil.

El Estado Liberal decidió reprimir el bandolerismo con eficacia, siendo su principal instrumento la Guardia Civil. Bien es cierto que en algunos momentos se intentó optar por una suavización de la represión, como pone de manifiesto la amnistía que en 1854 concedió O’Donnell a las cuadrillas de bandoleros.

A finales del reinado de Isabel II y durante el Sexenio Democrático volvió a incrementarse el fenómeno del bandolerismo, especialmente en Andalucía. Tenemos que tener en cuenta que ese momento los campesinos sufrían los efectos de la desamortización civil de los bienes comunales, ya que veían cómo se perdía un patrimonio del que habían disfrutado secularmente y que les permitía cubrir una parte de sus necesidades. Pero, además, había otro factor novedoso que incidía en este aumento de la conflictividad: el comienzo de la propaganda socialista y anarquista contra la propiedad. Por otro lado, fue la época en la que se destacó en la represión del bandolerismo el gobernador Julián Zugasti en Córdoba, personaje importante, además, porque se dedicó a estudiar el fenómeno en una monumental obra titulada El bandolerismo. Otra obra clásica sobre este fenómeno, aunque ya del siglo XX, fue la que el escritor y jurista Constancio Bernaldo de Quirós publicó con el título El bandolerismo en España y en México (1959). El fenómeno del bandolerismo terminó por perder fuerza y desaparecer en el siglo XX.


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lunes, 21 de diciembre de 2015

Las andanzas de los siete niños de Écija


Los siete niños de Écija fue una cuadrilla de bandoleros españoles, activa en las proximidades de Écija (Sevilla) entre 1814 y 1818.

En 1808 las tropas francesas invaden España, muy ordenadas, con muchos hombres adiestrados en el combate, organizadas y capaces de hacer frente a cualquier ejército que se pusiera enfrente, pero no a un grupo de siete hombres cuyo sistema de combate era el de guerrillas, eran los siete niños de Écija, ya que en un principio, dicen, que sólo estaba formada por hombres de esa localidad.

A retaguardia de las tropas invasoras, iban atacando a los rezagados, se apoderaban de los víveres, todo un “dolor de cabeza” para los franceses que ponían todo su empeño en atraparlos, pero cada vez que capturaban o mataban a alguno de sus integrantes, inmediatamente era cubierta su plaza por otro nuevo, daba igual el número de caldos de la partida, en una ocasión atraparon a casi todos, y al día siguiente lo pocos que quedaron más los que se les unieron, volvieron a ser siete.
El número impar de siete hombres, era el jefe, el más antiguo.
Su sólo nombre producía en los españoles ardiente entusiasmo, y en los franceses rabia reconcentrada.
Los Siete Niños de Écija eran héroes de España. Acometían siempre cuando el número de los enemigos no era más que décuplo del suyo.
Caballos y jinetes hacían maravillas, maniobraban, huían en falso, se diseminaban y a cada momento el enemigo sentía sobre si el disparo o metrallas de sus trabucos.

Si vencían, exterminaban; si sucumbían, eran exterminados, y al día siguiente aparecía la partida, otros siete Niños de Écija renacían montados y uniformados del mismo modo, con la Remonta de Caballería de línea, sombrero calañés con escarapela, franja y vuelta roja en los bombachos, chaqueta de paño azul, con cuello y solapilla, mantas al hombro bajo las que guardan sus trabucos, botas altas de cuero con espuelas vaqueras y espada dragona a la cintura, y eran tan bravos, tan héroes, tan astutos y conocedores del terreno como lo habían sido los Niños de Écija muertos por la patria a manos del extranjero.” 

Según el dicho:”Los siete niños de Écijas, ni eran siete, ni eran niños, ni eran de Écija“ Pero de este asunto ya nos ocupamos en la entrada anterior.

La leyenda cuenta que fueron los propios franceses quienes le pusieron ese nombre. El que pudieran ser más de siete explicaría cómo eran capaces de robar recaudaciones del estado que iban escoltadas por más de 200 soldados.

Sea como fuese, aquel grupo de hombres eran héroes nacionales, y se les permitía todo, o al menos eso dice la tradición, porque en el fondo eran unos desalmados que tenían atemorizados a todos los lugareños.

Llegaron a dominar la carretera general de Andalucía, entre Sevilla y Córdoba. Tras cada golpe, corren a refugiarse en Sierra Morena, que conocían al detalle. Pero en julio de 1817 mediante un edicto se inició una campaña contra ellos hasta que poco a poco fueron cayendo hasta desaparecer.

Se han escrito muchos romances y poemas sobre ellos, algunos con posterioridad a su desmantelamiento como el publicado en la publicación “El Zurriago”, página 19 de 1821, que aunque tiene un toque humorístico nos muestra a unas personas a las que la vida de los demás parece que no les importa mucho. El autor no aparece en el original.


Los poemas y romances sobre los niños de Écija son abundantes, Este corresponde a uno publicado por “El Zurriago” en 1821:

Cuentan que los niños de Écija,
Una mañana de mayo
A un fraile de san Francisco
En una venta atraparon.
Ola, dijo el uno: amigos,
De esta echa la logramos:
Veréis que sermón tan lindo
Nos predica este santazo.
Vaya, padre: suba usted
Encimita de ese carro
Y largue mas Tologías
Que tienen tres Breviarios.
Hijo, por amor de Dios,
Decía el fraile llorando
no puedo respirar!
¿No lo ves? ¡Si estoy temblando!
Ea, pues rece V. el creo,
Le contesta aquel malvado,
Y montando la escopeta
Se prepara á despacharlo.
El póbrete se arrodilla
y llama a todos los santos.
Pero dice otro ladrón:
Hombre…. mas vale dejarlo.
Lo dejaron en efecto:
Mas después, á poco rato,
Se sentaron á comer
Y como faltase un banco,
Uno coge á nuestro fraile
Me lo tiende boca abajo
Y se sienta en sus costillas
Como si fuera un dornajo.
Hacía el padre mil gesto;
Con aquel peso abrumado
Y sudaba mas manteca
Que sale de tres marranos.
Notólo esto el capitán
Y de compasión llevado,
Le dijo al que estaba encima
Del paciente franciscano:
Hombre lástima me da
Que ese pobre está penando;
Siquiera por caridad
¡Pégale un par de balazos.
Muchas , gracias, dijo el fraile,
¿Para que es ese trabajo?
¡Si yo estoy muy á mi gusto!
¡Si no estoy incomodado!
(…)”

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viernes, 18 de diciembre de 2015

Los integrantes de los siete niños de Écija


Con exactitud no podemos contestar a ninguna de estas dos preguntas, pero debemos considerarlas afirmativas a tenor de lo que nos revelan los documentos oficiales:

En sus comienzos, allá por el año 1812, se les llaman “Los ladrones Ecijanos”, sin especificar el número de sus integrantes, posiblemente más de los treinta que nosotros hemos contado. Más tarde, sobre el año 1814, ya se les nombra por la Cuadrilla del Padilla; creemos que es una cuadrilla formada de entre todos los ladrones ecijanos por Antonio Padilla, y ya se compone de siete miembros, como queda demostrado por las declaraciones existentes en el Proceso de Dña Gabriela de Castro.
Estaría formada por Antonio Padilla, Pablo Aroca, Juan Alaya, Calzado, Carmonilla, Mesa, y el Pintado. Los tres primeros naturales de Écija y los cuatro restantes posiblemente también.
Ya en el año 1815 se les conoce por los Niños de Écija y también el número que integra la cuadrilla es de siete, como se demuestra en el contacto que tienen, junto al arroyo Alcorín, con el Teniente Coronel D. Diego de los Reyes y el Marqués de Alcántara, para proponerle, en nombre del Capitán General de la Provincia, el indulto.
En esta ocasión forman la cuadrilla los siguientes ladrones: Pablo Aroca, Juan Alaya, Mesa, el Pintado, Calzado, Francisco Narejo (el Becerra) y José Martínez (el Portugués). A excepción de el Becerra, creemos que todos eran ecijanos; también siguen siendo siete y así hasta el 24 de julio de 1817 que, muerto el Portugués y prendida la mayoría, la cuadrilla se reduce a solo cuatro bandoleros.

Desde el año 1815 a 1817, la cuadrilla sigue constando de siete bandoleros y sus nombres son: Pablo Aroca, José Martínez (el Portugués), Francisco Narejo (el Becerra), Salvador de la Fuente (Minos), Juan José Gutiérrez (el Cojo), Diego Meléndez y Antonio de la Grama (el Fraile). Creemos que Juan Alaya, Mesa, el Pintado y Calzado se presentan voluntarios para el indulto pactado en el arroyo Alcorín, son llevados a los penales de Marruecos, con doce años de pena, donde es muy posible que murieran. De los cuatro que sustituyen a estos, tan sólo el Fraile podemos decir que no es natural de Écija.

Sólo desde el 24 de julio de 1817 hasta el 18 de mayo de 1818, la cuadrilla está formada por cuatro bandoleros: Pablo Aroca, Diego Meléndez, Francisco Narejo (el Becerra) y Candiles o Candil.

Hasta aquí, estos bandoleros fueron los integrantes de la famosa cuadrilla que, finalmente, fue conocida por “Los Siete Niños de Écija”.
De un total de catorce: cinco eran naturales de Écija, siete muy probable y tan solo dos eran forasteros. El resto de los ladrones ecijanos, que también fueron conocidos por Los Niños de Écija, agrupados en cuadrillas de apoyo, y desde la que pasaban a la principal cuando ésta perdía alguno de sus miembros, fueron un total de dieciséis, de los cuales trece eran ecijanos, uno muy probable, y sólo dos eran forasteros.

Por otra parte observamos que, excepto tres de los Niños de Écija, todos pertenecen a la Collación de Santa Cruz viviendo en las calles de la periferia de la ciudad: Cruz Verde, Tres Cruces, Horno de las Losas, Zamorano, Calero, Pilar de San Agustín, Rosales, Arco de Sevilla, etc, etc; que por edades hay dos grupos bien diferenciados, uno de las treinta a cuarenta años, y el otro de los veinte a los treinta. Posiblemente, en un principio, fueron amigos de barrios que deciden actuar juntos formando partidas para combatir como guerrilleros a los franceses, y más tarde, olvidados ya por el Pueblo y no queriendo dejar la vida regalona, de aventuras y hazañas, o temiendo volver a sus vidas de necesidades y esclavitud, deciden seguir con sus buenos caballos por los caminos y veredas, robando, matando, cobrando contribuciones, atemorizando a escribanos, jueces y alcaldes; uniéndose en perfecto maridaje con desaprensivos señoritos, y sembrando el pánico en el campo y en la ciudad. Más tarde, por su fama adquirida como bandoleros, se le van uniendo algunos elementos foráneos, y otros casi siempre de la misma Collación de Santa Cruz que, o bien actúan como auxiliares de la Partida Principal o los incorporan a ella, cuando le falta algún miembro. Creemos que todos, desde el Padilla hasta los Papindos, pasando por el Portugués, el Granadino, Calzado, el Cojo, Minos, y el resto de los treinta, eran amigos conocidos, vivían en el mismo barrio y, casi todos, eran de la ciudad de Écija.

En resumen, el total de bandoleros que actuaron de una u otra forma en la cuadrilla de los Niños de Écija, fueron treinta; diecisiete naturales de Écija, nueve dudosos y tan sólo cuatro eran naturales de otras poblaciones.

ANTONIO PADILLA

Nació en Écija el día 9 de noviembre de 1776 y se bautizó en la Parroquia de Santa Cruz el día 10 del mismo mes y año (libro 62, folio 43). Fueron sus padres Juan Padilla e Isabel García. Tomó los nombres de Juan, José y Antonio.

Fue el primer jefe de los ladrones ecijanos, cuando la pandilla recibía el nombre de “Cuadrilla del Padilla”.

Don Rafael Carrasco, vecino de Córdoba y que viajaba con los carreros que fueron robados el 20 de agosto de 1814 entre Marchena y Écija, en la segunda declaración hecha en Córdoba ante el Sr. Corregidor de aquella ciudad y, a instancia del Sr. D. Diego Reyes, para el Sumario contra los “Ladrones Ecijano” y que consta en el Proceso de D. Martín Galván y Doña Gabriela de Castro, dice que, cuando llevaron muerto al Padilla y puesto a la vista en la puerta de la Cárcel, pasó a verlo y reconoció que era uno de los ladrones que el 20 de agosto hizo el robo mencionado. Dice lo conoció por ser éste el que más se acercó a ellos. Esta declaración está hecha en Córdoba el 25 de Septiembre de 1815.

Fue muerto a finales de 1814 o principio de 1815, junto a su compañero Carmona o Carmonilla, por el escopetero Vicente de Lara, natural de Lucena (Córdoba).
Vivió en la calle Horno de las Losas en Écija.

PABLO AROCA (Ojitos)

Nació en Écija el día 1 de marzo de 1780 y se bautizó en la Parroquia de Santa Cruz el día 2 del mismo mes. Fueron sus padres: Salvador Aroca y Josefa Gamero (Libro 62, folio 220). Vivía en calle Cruz Verde, actualmente Avenida de los Emigrantes.

El año 1812 fue llevado preso a Cádiz y puesto a disposición de la Autoridad Militar de aquella plaza por vago y sospechoso de robos. Al final del mismo año es devuelto de Cádiz con orden de ponerle en libertad pero vigilado por las Autoridades.

En Cabildo de 24 de noviembre de 1812, el Alcalde D. Marcos José Castillo da cuenta de haber registrado el domicilio de Pablo Aroca (Ojitos), famoso contrabandista, habiéndose encontrado enterradas en el corral de su casa (Calle Cruz Verde) porción de botones de plata y otras alhajas, y unos cinco mil reales en monedas de oro.
Fue el último jefe de la partida de los Siete Niños de Écija y muerto el día 18 de mayo de 1818 por los soldados Santiago Samper y Vicente Ramírez del Regimiento de Numancia segundo de Cazadores en Sierra Morena, cerca de Posadas. Fue enterrado cerca de la Barca Grande de Palma del Río (Córdoba).

Se casó en la parroquia de San Gil el día 22 de julio de 1811 con Maria de los Reyes conocida por Baltasara Aroca de los Expósitos que vivía en la calle del Puente (Libro 94, folio 203).

JUAN ALAYA

Nació en Écija el lunes 31 de julio de 1775 y se bautizó en la Parroquia de Santiago el domingo 6 de agosto del mismo año. Fueron sus padres: Pedro de Alaya y Juana de Montes Doblas y Ruiz de Torca (Libro 55, folio 303).

Vivió en la calle Villarreal y se casó con Maria Muñoz hija de Diego Muñoz y Luisa Mogro, natural y vecina de Écija que vivía en calle Pilar de Santa Quiteria (hoy Empedrada). El matrimonio tuvo lugar en la parroquia de Santiago el miércoles 27 de enero de 1796 (libro 45, folio 3).

Formó parte de la partida desde principio hasta, posiblemente, finales de 1815 ó 1816.
No hemos podido encontrar dónde o cómo murió este bandolero natural de Écija y perteneciente a familia de noble por parte de su madre. Es posible que hiciera uso de la presentación voluntaria que le ofrecieron el año 1815 y fuera llevado a uno de los Penales de Marruecos, donde terminaría sus días.

CALZADO

Por el proceso a D. Martín Galván y Doña Gabriela de Castro, sabemos que este bandolero formaba parte de la “Cuadrilla del Padilla” en el año 1814, 1815 y en el certificado que el Proceso acompaña D. Diego de los Reyes, teniente coronel de Infantería, consta que Calzado pide la libertar de su mujer Maria Salvadora Martínez, alegando que tan solo había salido al campo a verlos dos veces.

Creemos que, al igual que Alaya, Mesa y el Pintado, hace uso de la presentación voluntaria y es conducido a los penales de Marruecos o muere en uno de los enfrentamientos que con los migueletes, escopeteros o Partida de los Guerras, pues en el año 1817 ya no aparece en los siete que forman la cuadrilla.

Es muy posible que este bandolero también fuera natural de Écija ya que estaba casado con la ecijana Maria Salvadora Martínez, pero no tenemos constancia de ello.

EL PINTADO

Bandolero que, según el Proceso a D. Martín Galván y Doña Gabriela de Castro pertenecía a la Partida del Padilla en los años 1814, 1815 y, es muy posible que, al igual que Mesa, Alaya y Calzado, se presentara voluntariamente a las autoridades y, después de juzgado, fuera trasladado a uno de los penales de Marruecos.

No sabemos si Pintado era apellido o mote, por lo que no hemos podido completar su filiación.

Desaparece a finales de 1815 o principio de 1816.

MESA O “EL MESA”

Este bandolero, según el Proceso de D Martín Galván y Doña Gabriela de Castro, perteneció a la “Cuadrilla del Padilla” más tarde llamada “Los Niños de Écija” en los años 1814, 1815. Es muy posible que hiciera uso de la presentación voluntario con Alaya, Calzado y el Pintado y, después de juzgado, fuese también trasladado a uno de los penales de Marruecos, o bien fue muerto en alguno de los enfrentamientos con los escopeteros de Andalucía o la Partida de los Guerras.

El apellido Mesa es muy familiar en Écija, pero al no conocer más detalles sobre él, nos ha sido imposible encontrar su filiación completa.

Desaparece como componente de la Partida a finales de 1815 o principio de 1816.

CARMONA (a) CARMONILLA

Por las declaraciones que hacen Manuel Ostos y Antonio García en el Proceso a D. Martín Galván y Doña Gabriela de Castro, sabemos que Carmona (Carmonilla) en el año 1814 perteneció a la “Cuadrilla del Padilla” y, posiblemente, murió junto a su jefe a finales de 1815.

No podemos afirmar que fuese de Écija ya que no hemos encontrado más datos de él, pero sí es un apellido muy ecijano.

JOSÉ MARTINEZ (el Portugués)

Al igual que el Becerra, entra a formar parte de los Siete Niños de Écija a finales de 1814 o principio de 1815, una vez muerto el Padilla y el Carmonilla. Fue también pregonado en el Edicto de primero de Julio de 1817.

Murió en el enfrentamiento con las tropas del Coronel Vergara en las inmediaciones de Santaella el 25 de julio de 1817; fue enterrado en Santaella y la partida de defunción (Libro 7º, folio 111) dice:

“En la villa de Santaella en veinte y seis días del mes de julio de mil ochocientos diez y siete, se dio sepultura con entierro llano al cadáver de José Martínez (a) El Portugués que murió de muerte violenta el veinte y cuatro de dicho mes y año; no recibió los Santos Sacramentos...”

También es nombrado en el Proceso de D. Martín Galván y Doña Gabriela de Castro, pero solamente por el apodo de “El Portugués”.

¿Podía ser ecijano?. No lo sé, pero tan sólo en el Archivo Parroquial de Santa Cruz, entre los años 1760 a 1794, me encuentro con doce personas que se llaman José Martínez. Podría ocurrir como con Antonio Santos que se apodaba el Granadino y era natural de Écija. De todas formas, faltan datos para asegurar que uno de estos doce con su mismo nombre y apellido, era el Portugués.

FRANCISCO NAREJO (Becerra)

Este Bandolero entra a formar parte de los Niños de Écija a finales de 1814 o principio de 1815 sustituyendo a Diego Padilla o al Carmonilla. Escapa de los enfrentamientos de Santaella y del de Sierra Morena huyendo con Diego Meléndez, sin dejar ningún rastro.

Fue uno de los pregonados en el Edicto de primero de julio de 1817, dado por la Real Audiencia de Sevilla.

El Apellido de Narejo no lo hemos encontrado en ninguno de los archivos investigados. Algunos autores lo hacen natural de Lora del Río.

DIEGO MELÉNDEZ

Este bandolero es uno de los que sustituye en la Cuadrilla de los Niños de Écija a Alaya, Mesa, El Pintado o Calzado, y es uno de los nombres que aparece en el Edicto de primero de julio de 1817 dado por la Real Audiencia de Sevilla.

En los enfrentamientos en la cercanías de Santaella, el 25 de julio de 1817, donde muere el portugués y resulta preso el Hornerillo además del el Cojo, el Minos y el Fraile, escapa con Aroca, Becerra y el Candiles y se internan en Sierra Morena donde, el 18 de mayo de 1818, muero Pablo Aroca. El, junto al Becerra, escapa nuevamente de la persecución a que está sometido por los escopeteros del Regimiento de Numancia. Desapareció sin dejar rastro.

El apellido Meléndez a finales del siglo XVIII y principio del XIX era muy frecuente en la Collación de Santa Cruz de Écija.

FRAY ANTONIO DE LA GRAMA (El Fraile)

Este bandolero entra en la Partida de los Siete Niños de Écija a finales de 1815 o principio de 1816 sustituyendo a Alaya, Calzado, Mesa o el Pintado.

Fue cogido preso en las cercanías de Aguilar (Córdoba) de resultas de los enfrentamientos en Santaella y la persecución posterior.

Fue condenado y ahorcado en Sevilla el día 27 de Septiembre de 1817.

Según el escritor Manuel Chaves, era natural de Aguilar de la Frontera (Córdoba), lego del Convento de Padres Terceros de San Francisco y, exclaustrado en la época de la invasión francesa, se unió a la partida de los Niños cuando estos vagaban por los alrededores de la Luisiana en el verano de 1815. Ahorcado y desmembrado, sus restos se encuentran enterrados en la Iglesia de San Pedro de Sevilla, al menos una de sus piernas, junto a la cabeza y brazos de su compañero José Alonso Rojo, ajusticiado juntamente con él, conducidos por la Hermandad de la Caridad desde el Camino de San Lázaro, donde habían sido expuestos sus cadáveres el día 14 de octubre de 1817. Este autor dice que el Fraile se llamaba Antonio Lagama; D. José Santos, dice que Legama o Cegama y Ostos y Ostos, Antonio de la Grama.

Hemos investigado en el Archivo de la Iglesia de San Pedro de Sevilla y no hemos encontrado que este bandolero se encuentra enterrado allí como dice el escritor Manuel Chaves. Algunos autores lo hacen natural de Osuna, otros de Marchena y otros de Aguilar.

SALVADOR DE LA FUENTE (Minos)

Natural de Écija, era hijo de Alonso de la Fuente y María Angelina. Se casó en la parroquia de Santa Cruz el día 23 de febrero de 1784 con Ana García (Libro perteneciente al año 1784, folio 139 vuelto).

Fue ejecutado en Sevilla el 13 de noviembre de 1818, legajo 168 de la Iglesia de la Santa Caridad de Sevilla.

Formó parte de la partida de “Los Siete Niños de Écija” desde el año 1816 hasta su detención por el subteniente D. Juan Bautista Núñez, cerca de Aguilar (Córdoba), en julio de 1817 y, por este servicio, fue recompensado con 1000 ducados el citado subteniente.

Nació en Écija el 17 de Agosto de 1754 y se bautizó en la Parroquia de Santiago el día 25 del mismo mes y año (Libro 51, folio 103).

Como vemos por la fecha de nacimiento, este bandolero no era nada de “niño”. Cuanto entró a formar parte de la Partida tenía 62 años y cuando murió 63.

JUAN JOSÉ GUTIÉRREZ (El Cojo)

Fue capturado en julio de 1817 por el subteniente D. José Moure y ejecutado en Sevilla el día 7 de febrero de 1818.

Está enterrado en el Patio de los Naranjos.

Formó parte de la cuadrilla principal de los Siete Niños de Écija desde 1816 hasta su captura.

Nació en Écija el día 1 de diciembre de 1789 y se bautizó en la Parroquia de Santa Cruz, el día 2 del mismo mes y año. Sus padres fueron: Pedro Gutiérrez y Juana Salgado (Libro 63, folio 325 v).

Vivió en la Calle Zamoranos y Cruz Verde.

EL CANDILES

Este bandolero formó parte de la pandilla principal de los Niños de Écija desde el 25 de julio de 1817 hasta el 18 de mayo de 1818, fecha de la muerte de Ojitos. Durante este periodo la pandilla estuvo formada por tan sólo cuatro bandoleros: Pablo Aroca (Ojitos), Diego Meléndez, Francisco Narejo (Becerra) y el Candiles. Durante estos diez meses actuaron en Sierra Morena, acorralados por las tropas al mando del Coronel Vergara. Después de dar muerte a Pablo Aroca (Ojitos), aparece muerto el Candiles, posiblemente alcanzado por alguna bala de los cazadores del Regimiento de Numancia.

Antes del 25 de julio formó parte de las cuadrillas que actuaban paralelamente a la principal.
No hemos podido encontrar más datos de este bandolero.

SEBASTIÁN MARTIN (alias El Hornerillo)

En el legajo 591 del archivo Municipal de Écija, en el expediente “Sobre persecución de una cuadrilla de ladrones”, reza que el 28 de julio de 1809 se presenta al Ayuntamiento Sebastián Martín hijo de Juan y de Ana Jiménez, natural de esta ciudad, su estatura de 5 pies y dos pulgadas, pelo y cejas negro, ojos del mismo color, nariz regular, color moreno, que fue sentenciado por los jueces de la Real Audiencia de Sevilla a cuatro años de presidio; los dos precisos y los otros dos a voluntad de otro tribunal, en 10 de diciembre de 1807; y que le habían sido indultado los dos últimos y que constaba en su licencia dada en Málaga a 22 de junio de 1809 por Rafael Trujillo, Brigadier de los Reales Ejércitos.

El año 1812 fue llevado a Cádiz por sospechoso y devuelto a Écija para que fuera vigilado. En el año 1816 fue nuevamente sumariado por la Comisión Militar, la que dictó la sentencia siguiente: “ Visto el proceso formado a Sebastián Martín (a) el Hornerillo en Consejo de Guerra celebrado este día presidido por su Jefe el Coronel de Infantería Barón de Fuentes Quintos, habiendo asistido los señores vocales que abajo firman y el asesor Ldo. Don Alonso Aurioles; oída la censura fiscal y el alegato del oficial defensor, todo bien examinado ha acordado el Consejo, sea puesto en libertad Sebastián Martín, quedando la causa abierta para que se vigile, sobre su conducta, y si diere motivo de ello, se le continúe de nuevo con arreglo a la ley 6ª, libro 12, título 14, Sevilla 5 de octubre de 1816.= El Barón de Fuentes de Quintos.= Ignacio Maria Aguilar.= Antonio Marfil y Mérida.= José María Souet.= Diego Estrada.= Raimundo de Orbe.= José Fernández.”

Aprobada la sentencia por Decreto del Capitán General, fecha 14 del mismo mes, el día 22 se presentó Sebastián Martín al Sr. Corregidor D. Juan Ruano, el cual dispuso que los tres tenientes Alguaciles Mayores vigilasen su conducta.

Poco tiempo después, Sebastián Martín se echa al campo y se une a una de las cuadrillas que, paralelamente, actuaba a la de los Siete Niños de Écija y que, con el mismo nombre, se presentaban. Nunca llegó a formar parte de la cuadrilla principal, pero sí colaboró con ella, como lo prueba su detención en las cercanías de Santaella el mismo día de la muerte del Portugués que, según la partida de defunción y que aportó como documento al final del libro, fue el día 24 de junio de 1817 y no el 25 como se dice en el Cabildo de 2 de julio de 1818 del Ayuntamiento de Écija; el día 25 debió se la detención de los restantes bandoleros que dice el Cabildo.

Según referencia en el Cabildo de 15 de noviembre de 1818 del Ayuntamiento de Écija, Sebastián Martín sufrió pena ordinaria de muerte a fines del años 1817, teniendo el Ayuntamiento que abonar la cantidad de 2572 reales, que tuvo de costo la ejecución, a la Sala del Crimen de la Real Audiencia; por lo tanto esta ejecución tuvo lugar en Sevilla.

Vivía en la calle del Pozo, según consta en los Censos de finales del siglo XVIII y principio del XIX.

DIEGO GARCIA (El Hornero)

Natural de Écija, hijo de Diego García y Antonio Martín. Nació el día 14 de enero de 1791 y se bautizó en la Parroquia de San Gil el día 16 del mismo mes y año (libro 18, folio 235 vuelto).

Fue ejecutado en Écija el día 27 de agosto de 1817, según reza en la Parroquia de Santa Cruz (Libro 312, folio 109).

Actuaba con las partidas de los Niños de Écija desde 1812 hasta su captura en el año 1817. Nunca formó parte de la partida principal.

Vivió en la calle Tres Cruces.

ANTONIO CARILLENA

Este bandolero fue ajusticiado en Écija y enterrado el día 27 de agosto de 1817, según el Libro 312, folio 109 de la Parroquia de Santa Cruz. Sus padres eran Francisco de Carillena e Isabel de Torres.

Nació en la Carlota el día 19 de octubre de 1792, y se bautizó el día 28 del mismo mes y año, según el libro 3º folio 97 vuelto del archivo Parroquial de la Carlota. En su partida de bautismo se lee Carillana y no Carillena como en la partida de defunción.

Este bandolero nunca perteneció a la partida principal, pero sí a las auxiliares o paralelas que también se hacían llamar Los Niños de Écija.

RAFAEL MALECHO

En el libro 312, folio 59 vuelto de fallecimientos de la Parroquia de Santa Cruz reza el entierro de misericordia de este bandolero, muerto por los Migueletes el día 10 del mes de julio de 1815.

Actuó en las cuadrillas de los Niños de Écija desde 1812 hasta su captura y muerte el año 1815.

No he podido encontrar mas datos de este bandolero; posiblemente fuera natural de Écija.

FELIPE ROMERO MOLERO

Hijo de Francisco y Maria Molero. Nació el día 13 de febrero de 1776 y se bautizó el mismo día en la Parroquia de Santa Cruz el mismo día (Libro 62, folio 8).

Sufrió pena de muerte en Sevilla el día 20 de noviembre de 1815 y está enterrado en el Patio de los Naranjos.

Perteneció a las cuadrillas de Niños de Écija desde 1812 a 1815.

Vivió en la calle Horno de las Losas y Rosales.

JUAN GOMEZ

Natural de Écija, hijo de Juan Gómez y Leonor Soldán que vivía en la Barrera del Puente.

Sufrió garrote vil en Écija el día 27 de agosto de 1817 (Libro 312, folio 108 vuelto de la Parroquia de Santa Cruz).

Se casó con Josefa Pérez en la Parroquia de Santa Cruz el día 15 de noviembre de 1813 (Libro 1813, folio 284).

Nació el día 30 de junio de 1785 y se bautizó en la Parroquia de San Gil el domingo día 3 de julio del mismo año (Libro 18, folio 144 vuelto).

JUAN VILCHEZ

Nació en Écija el día 30 de abril de 1775, y se bautizó el mismo día en la Parroquia de Santa Cruz (Libro 61, folio 354). Se casó en la misma Parroquia el día 15 de enero de 1798 con María Mauro (Libro 247, folio 217 vuelto). Sus padres fueron Antonio Vílchez y Catalina García. Vivía en calle Pilar de San Agustín.

Formo parte de las cuadrillas de Niños de Écija y posiblemente muriera en uno de los encuentros con los escopeteros o Partida de los Guerras.

JOSÉ GUERRA

Natural de Écija y casado con la ecijana Florentina Fernández, según el legajo 163 del Archivo de la Iglesia de la Santa Caridad de Sevilla.

Nació el 31 de octubre de 1791 y se bautizó en San Juan el día 1 de noviembre de 1791 (Libro del año 1791, de bautismo, folio 68 vuelto). Vivía en el Arco de Sevilla.

Sus padres fueron Agustín Escalera y Francisca Cardoso.

En el legajo 163 donde se refleja su ejecución, existe una cuartilla escrita por él, donde dice que paga sus deudas a todo al que le debía algún dinero.

Ejecutado en Sevilla el día 15 de septiembre de 1817 legajo 163 (Iglesia de la Santa Caridad de Sevilla), y enterrado en el Patio de los Naranjos.

Formó parte de las cuadrillas de los Niños de Écija desde 1812 hasta su captura por la Partida de los Guerras entre Osuna y Écija.

Estuvo preso junto a José Piña en la Cárcel de Écija, según el legajo 591 del Archivo Municipal del Ayuntamiento.

FRANCISCO MUÑOZ

Nació en Écija y se casó en la parroquia de Santa Cruz con Maria Márquez el día 29 de agosto de 1814 (Libro 249, folio 306v.) Sus padres Antonio Muñoz, Francisca Espinosa según el Libro 312, folio 82 de la Parroquia de Santa Cruz, donde reza su ajusticiamiento el día 13 de julio de 1816. Vivía en calle Juan Alonso.

Perteneció a las cuadrillas de Niños de Écija que paralelamente actuaban con la principal de los “Siete Niños de Écija”.

Nació el día 11 de abril de 1791 y se bautizó en la Parroquia de San Gil el día 12 del mismo mes y año (Libro 18, folio 242 vuelto).

Don José Santos se equivoca en la fecha de ejecución que dá en su libro “Los Bandoleros”

JOSÉ PIÑA

D. Manuel Ostos y Ostos dá a este bandolero como natural y vecino de Lucena. Otros autores copian de él y dicen igual. Es lógico que Ostos y Ostos, en su afán de demostrar que tan solo era de Écija el Hornerillo, le endosara éste a la ciudad de Lucena.

José Piña nace en Écija el día 11 de octubre de 1791 y se bautiza en la Parroquia de Santa Maria el 1 de noviembre de 1791 ¨(Libro del año 1791, folio 141 vuelto). Sus padres fueron Juan Piña y Josefa Delgado.

Fue capturado en Écija en la noche del 23 de febrero de 1814 en la calle Merinos, esquina de la de Dos Pozos, donde vivía según el legajo nº 591 del archivo Municipal de Écija.

Fue sorprendido por el Alcalde primero accidental D. Bernardo de Heredia, que iba de ronda con D. Felipe Ortega y varios soldados. Se resistió a su detención y dio un tiro a D. Bernardo de Heredia atravesándole la capa; esto sucedía el dia 22, y al día siguiente 23 fue sorprendido en el mismo lugar y detenido por las fuerzas del orden. Llevado a Sevilla, sufrió pena de muerte.

Nunca llegó a actuar con la pandilla principal.

No sé donde D. José Santos ha podido encontrar el dato de su ejecución que dice fue en Sevilla el 14 de febrero de 1814, cuando fue preso en Écija el día 23 de febrero de ese año. Igual le sucede con la ejecución de Juan Romero Peña que dice fue el 24 de febrero de 1815 cuando, en realidad, según el legajo 158 del archivo de la Iglesia de Santa Caridad de Sevilla, fue el día 16 de febrero de 1816.

Vivió en calle Rosales y Merinos.

JUAN ROMERO PEÑA

Nació y se bautizó el mismo día 1 de diciembre de 1773. Sus padres fueron Andrés Romero y Catalina de Peña. Se bautizó en la Parroquia de Santa Cruz (Libro 61, folio 279).

Sufrió pena de muerta en Sevilla el 16 de febrero de 1816 y está enterrado en el Patio de los Naranjos de dicha ciudad, legajo 158, Iglesia de la Santa Caridad de Sevilla.

Perteneció a las cuadrillas de los Niños de Écija desde 1812 hasta 1815.

Como con José Piña, el dato de D. José Santos en su libro “Los Bandoleros” está equivocado, ya que la fecha de ejecución no fue el 24 de febrero de 1815.

Vivió en las calles Cruz Verde y Caleros.

JUAN Y FRANCISCO ALVAREZ (Los Pandidos)

Juan, nace en Écija el 15 de agosto de 1784 y se bautiza en la Parroquia de Santa Cruz el día 11 de junio del mismo año (Libro 62, folio 231).

Francisco, nace el 15 de agosto de 1784 y se bautiza en la Parroquia de Santa Cruz el día 20 de septiembre del mismo año (Libro 63, folio 78 vuelto).

Sus padres fueron: Cristóbal Álvarez y Juana Pérez. El 19 de enero del año 1813, según parte de D. Francisco Campos Casillas, Cabo de la Partida de los Escopeteros, habían robado varias ovejas a D. Juan Bueno en el Cortijo de la Palmosa, los hermanos Juan y Francisco Álvarez (a) Los Pandidos, vecinos de Écija en las calles Rosales y Tres-Cruces, los cuales, parece ser que al ser descubiertos, se unieron a las cuadrillas de los “Ladrones de Écija”.

JOSÉ ALONSO ROJO (El Rojo)

Este bandolero perteneció a una de las cuadrillas que actuaban paralela a la principal, “Los Siete Niños de Écija”. Fue capturado cerca de Aguilar (Córdoba) por el Teniente de Escopeteros de Andalucía D. José Rodríguez. Llevado a Sevilla fue condenado a muerte y ahorcado el día 27 de septiembre de 1817. Desmembrado, sus restos fueron expuestos en el camino de San Lázaro de Sevilla. La cabeza y brazos fueron enterrados junto con los resto de el Fraile en la Iglesia de San Pedro de Sevilla, según el escritor Manuel Chaves. Nosotros hemos investigado el archivo de la Iglesia de San Pedro de Sevilla y no hemos encontrado nada al respecto.

Nunca llegó a formar parte de la cuadrilla principal.

EL GRANADINO

Antonio Santos (a) el Granadino nació en Écija el 11 de julio de 1775 y se bautizó en la Parroquia de Santa Cruz el día 16 del mismo mes y año. Sus padres fueron Antonio de los Santos y María Rodríguez (Libro 61, folio 362).

Fue capturado en el mes de julio de 1817 por las tropas del Coronel Vergara por las inmediaciones de Aguilar (Córdoba) y al igual que otros compañeros debió ser ejecutado a finales del mismo año o principio de 1818, ya que en el legajo 591 del archivo Municipal de Écija, en el expediente sobre la persecución de “una cuadrilla de ladrones”, en la página 50 hay una relación que hace el subalterno del juzgado, Don Serafín Campos donde aparece muerto el citado bandolero. Esta relación está fechada en junio del año 1819.

El Granadino nunca perteneció a la cuadrilla principal de “Los Siete Niños de Écija” pero sí actuó en las paralelas, de donde se nutría la principal.

ANTONIO QUIROS (El Curita)

Este bandolero era natural de Estepa, primo de Francisco, Pedro y José Quirós que formaron parte de la “Partida de los Guerras”, que fueron guerrilleros contra los franceses y , mas tarde, volvieron a formar la partida para perseguir a los “Ladrones de Écija”. El Curita, sin ser miembro de la Partida de los Guerras, actuó a su lado hasta que los franceses abandonaron Andalucía; después cuando el Ayuntamiento de Osuna, con autorización gubernativa, reorganizó la Partida de los Guerras, éste no es incluido en ella y, posiblemente, por despecho, se echa al campo y se pone al lado de los ladrones ecijanos. Fue capturado por los escopeteros de Andalucía y ejecutado el día 20 de noviembre de 1815 según D. José Santos en su libro “Los Bandoleros” y, según Ostos y Ostos, fue capturado en julio del año 1817.

Nunca llegó a formar parte de la partida principal.

Nosotros, hemos investigado los archivos Parroquiales de San Sebastián y Santa Maria de la Asunción de Estepa y no hemos encontrado la partida de defunción del Curita; posiblemente, este bandolero, al igual que todos los apresados en las cercanías de Aguilar el día 25 de julio de 1817, fue ajusticiado en Sevilla, descuartizado y sus miembros y cabeza expuestos en los caminos para escarmiento de malhechores.

Muchos afirman que José Ulloa "El Tragabuches" a quien dedicamos una entrada, formó parte de la partida de los siete niños de Écija siendo según parece bastante cruel nunca se supo con certeza cómo acabó sus días.

Bibliografía Libro La Verdadera Historia de los Siete Niños de Écija.
D. Vicente Durán Recio.


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lunes, 14 de diciembre de 2015

Antonio Vargas Mármol, “El Varguitas”


      Antonio Vargas Mármol, apodado “El Varguitas” fue un bandolero que actuó en la mitad del siglo XIX entre la provincia de Málaga, Córdoba y Sevilla. Con su cuadrilla se dedicaba principalmente al rapto de agricultores o ganaderos de alto nivel económico.

“El Varguitas” había sido condenado a muerte por asesinato y robo, una familia influyente consiguió que le conmutaran la pena, y el bandolero aprovechó para huir del penal en que se encontraba.

En julio de 1866 el rapto de un vecino de Ronda que quedó arruinado tras pagar el rescate fue el detonante para que la prensa empezara a hablar de él y la Guardia Civil pusiera todo el empeño en su captura.

A pesar de que hubo muchos otros bandoleros que utilizaron su nombre para realizar sus robos y raptos, algunos si quedaron demostrados que los realizó personalmente o con ayuda de las dos cuadrillas de cinco o seis hombres que capitaneaba.

El 14 de Agosto dos tenientes de la Guardia Civil , uno de Estepa y otro de Montilla, detienen a seis hombres de Estepa acusados de pertenecerá la cuadrilla de “El Varguitas”, la detención se produce cuando estos hombres fueron delatados por un presidiario, pillándoseles infragantis en el momento de recibir el rescate de un secuestrado vecino de Puente Genil. Piensan que esta misma cuadrilla tuvo que ver con el rapto de un niño.

Días más tarde, en Agosto de 1866, “El Varguitas” es abatido por la Guardia Civil, y su cuerpo expuesto en la localidad de Morón para ejemplo de lo que le ocurre a los que como él, deciden dedicarse al rapto y robo.

LA PRENSA DE LA ÉPOCA.

Diario “La Época”, 12 de julio de 1866: Es rescatado un vecino de Ronda que había sido secuestrado y herido de bala por “El Varguillas”





“La Esperanza”, 23 de julio de 1866. El sacerdote de Paradas es secuestrado:

Suponemos que la Guardia civil, que tendrá ya conocimiento de estos hechos, no tardará en dar cuenta de los autores de semejantes hazañas.”“Según nos escriben de Sevilla, la cuadrilla de facinerosos que capitanea el feroz Varguitas trae consternados á los habitantes de Morón y demás pueblos inmediatos. Ya dimos cuenta el otro día del secuestro del rico propietario D. Cristóbal Rodríguez, á quien dejaron casi muerto después que les hubo entregado 4,000 duros. Hoy nos hablan de otro atentado: el señor cura de Paradas ha sido también secuestrado cuando se dirigía á una de las posesiones de su jurisdicción en cumplimiento de su sagrado ministerio, y se exige una fuerte cantidad por rescate.

“La España”, 23 de agosto de 1866. “El Varguitas” es abatido por la Guardia Civil.

“Las correspondencias de Sevilla nos comunican interesantes pormenores de la captura y muerte del famoso bandido Varguitas.

Perseguido activamente y en todas direcciones por la Guardia civil, supo esta que el citado Vargas se encontraba oculto en una choza, entre el término de Morón y Villanueva de San Juan, provincia de Sevilla, á cuyo punto se dirigieron los guardias en la madrugada del domingo próximo pasado; y cerciorados de que efectivamente estaba oculto en aquel lugar, cercaron al momento la choza y le cerraron el paso para la huida.

Sorprendido el bandido, rompió el fuego desde su escondite en todas direcciones con mucha vivacidad, al cual contestó la Guardia, durando el tiroteo por espacio de algunos minutos, hasta que una bala le hirió gravemente, según se podía deducir de los quejidos que exhalaba dentro de la choza donde se había hecho fuerte.

La Guardia civil estrechó el cerco, y ya iba á penetrar dentro del albergue del bandido, cuando se incendió de improviso la hojarasca y bayunco de que estaba formado, lo que obligó al Vargas a tratar de forzar una salida, a cuyo tiempo recibió casi á quema ropa una descarga que lo dejó sin vida instantáneamente. El cadáver fué conducido a Morón, y expuesto en la plaza pública para saludable escarmiento los hombres que viven en guerra con la sociedad.”

“Recopilación de reales órdenes y circulares de interés general para la Guardia Civil”, 1866, página 461:

“(…) aprobada por Real orden separada de esta fecha la propuesta de recompensas formada por V. E. en favor de los individuos del Cuerpo de su cargo que capturaron y dieron muerte al bandido Antonio Mármol (a) Varguitas, se ha significado al Ministerio de la Gobernación, que respecto á las recomendaciones que se hagan por los Gobernadores Civiles en favor de individuos de la Guardia Civil, corresponde sean pasadas á este Ministerio para los fines consiguientes”

“La época”, 26 de febrero de 1867. “El Mejí” es abatido por la Guardia Civil:

“Escriben de Ronda que ha muerto en una refriega, sostenida con la Guardia civil, el amigo y compañero del bandido Vargas, conocido en aquella serranía por Mejí.”


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sábado, 12 de diciembre de 2015

El bandido "Cucaracha"


Nos encanta que nos contéis anécdotas e historias sobre bandoleros de las diferentes zonas de España, hoy nos han hablado sobre el bandolero Cucaracha de la zona de Aragón.


Mariano Gavín Suñén (1838-1875), apodado “El Cucaracha” y natural de la localidad oscense de Alcubierre. El bandolero, junto a sus compinches, actuó en la comarca de Los Monegros durante la segunda mitad del siglo XIX.

Hijo de Manuel Nicolás Gavín Ariño y de Ignacia Suñén, Mariano Gavín Suñén nace al final de la I Guerra Carlista (1833-1840). Según los historiadores, la situación existente tras la contienda puede verse como una de las causas de la proliferación de bandoleros en toda la geografía española. 

Mariano Gavín Suñén nace en una familia dedicada a las labores del campo, que está al servicio de los potentados de la zona de Alcubierre. Aunque en su juventud ejerció como pastor, Gavín abandona el oficio a los 20 años de edad y, junto a otro compañero, Juan Ardid Jordán, opta por "echarse al monte" y convertirse en bandolero.


Aunque existen diversas teorías sobre las razones de su apodo, entre ellas, su tamaño pequeño y vestimenta oscura, la más arraigada habla de su afición a entonar desde muy pequeño la canción mejicana de “La Cucaracha”. Habitualmente llevaba dos trabucos y en ocasiones una escopeta de dos cañones o una carabina Remington. Su semblante dio origen a la popular copla:

Por la sierra de Alcubierre
se pasea «Cucaracha»,
siendo un hombre tan pequeño
¡cuánto respeto que causa!

Aunque tenga mala fama
«Cucaracha» es un buen hombre,
porque el trigo de los ricos
lo reparte entre los pobres.


Se pasea el Cucaracha 
Por la sierra de Alcubierre, 
Un hombre como un tomillo, 
y todo el mundo le teme.

Entre sus primeras fechorías encontramos la ocurrida en la paridera del conocido como “tío Caprasio”, en la localidad de Alcubierre. Al apretarles el hambre, ambos bandoleros decidieron robar un cordero del rebaño del pastor y, tras ser sorprendidos, respondieron disparando al tío Caprasio. Al parecer, le causaron una herida en una pierna, que acabó causándole la muerte días después.

En el año 1864, poco después de haber iniciado su etapa como bandoleros, ambos cruzaron la frontera con el propósito de encontrar un trabajo en Francia. Juan Ardid se quedó en el país vecino y el Cucaracha, tras una semana como albañil, optó por volver a Alcubierre.

A su regreso, comienza a formar su propia banda. La tarea resultó sencilla. La estructura socioeconómica de Los Monegros estaba compuesta por grandes terratenientes, que poseían la titularidad de la tierra, y por una gran masa social empobrecida, que trabajaba en precarias condiciones. Mariano Gavín sumó efectivos sin dificultades y llegó a formar una banda de alrededor 50 hombres.

Hay historias que nos hablan del lado más humano y bondadoso del bandolero. En este caso, se decía que se acercaba hasta los jornaleros y, tras comprobar su situación de miseria, extorsionaba al amo para forzarle a mejorar la situación de los campesinos; por ejemplo, quemándole la paridera. De igual modo, la tradición oral recoge un encuentro con un niño, que se dirigía al molino de Alcubierre, y que fue abordado por el Cucaracha. Mariano Gavín le preguntó al “zagal” si tenía dinero y, ante esta pregunta, el niño le explicó que su madre no le había dado ni una moneda por si se encontraba con el Cucaracha. El bandolero le dio dinero y le pidió que le dijera a su madre que el Cucaracha no robaba a los pobres.

Del mismo modo, nos han llegado historias que nos hablan de su lado más temible y sanguinario. En una ocasión, el bandido Cucaracha y 25 de sus compinches querían quemar el pueblo de Alcubierre y se aliaron con el hijo de Lorenzo Ortín. Sin embargo, la madre de este último se opuso y en represalia la banda del bandolero asesinó a Lorenzo Ortín, degollándolo y rociándolo con petróleo. Igual suerte encontraron una pareja de ancianos al negarse a exigir dinero al terrateniente del lugar.

Una de sus fechorías más sonadas fue el secuestro de Juan Ruata, que era uno de los hombres más adinerados de Alcubierre. En este caso, pidieron un rescate de 11.000 duros y, al parecer, aunque en aquella época era toda una fortuna, lo consiguieron. En relación a ello, se cuenta que el 21 de enero de 1873 encerraron juntas a las personas más pudientes de la localidad de Farlete y pidieron al pueblo un rescate. Sin embargo, los vecinos se sublevaron y reaccionaron persiguiendo al bandido y sus secuaces. En Farlete, se cuenta también otra curiosa historia. En este caso, Mariano Gavín Suñén conocía a un sastre de la zona, que se llamaba Marcelino Berbeder y, agudizando el ingenio, le encargó la confección de una serie de uniformes carlistas. De este modo, entró con ellos a la localidad exigiéndole al alcalde las correspondientes raciones como si fueran miembros del ejército y, al parecer, funcionó.

El bandido Cucaracha se servía de diversos escondites. Normalmente, aprovechaba las cuevas de la sierra de Alcubierre y, al conocer perfectamente el terreno, era muy conocido por su habilidad para escapar de la Guardia Civil.

A partir del año 1874, se estrecha el cerco contra la banda del Cucaracha y empiezan a ser arrestados algunos de sus miembros. En un primer momento, llega a Sariñena el alférez Francisco Bergua y bajo su mando, se inician las primeras investigaciones con el fin de dar caza al bandolero. De forma posterior, Bergua es sustituido por el teniente Francisco Lafuente, que será el que finalmente capture y dé muerte al bandido Cucaracha.

En su biografía del bandido, Rafael Andolz recoge de la tradición oral el relato de la organización y desarrollo de su captura. En concreto, cuenta que en el Ayuntamiento de Lanaja se reunieron las fuerzas vivas del pueblo, es decir, el alcalde, el cura, la Guardia Civil y el boticario. Según Andolz, le preguntaron al boticario si había algún veneno para añadir en el vino y, al obtener una respuesta afirmativa, comenzaron a trazar el plan. En concreto, la banda fue traicionada por un pastor de Lanaja, que reveló el lugar en el que se encontraban. Manolico Maza era un chaval del lugar que solía suministrar el vino a la banda del Cucaracha y, por lo tanto, fue el elegido para llevarles la bebida adulterada por el boticario. Mariano Gavín ni bebía ni comía nada sin que el portador lo probara en primer lugar. Maza bebió un poco y siguiendo las instrucciones del boticario, vomitó al abandonar el lugar. Al poco tiempo, la Guardia Civil rodeó la paridera en la que descansaba la banda e inició un tiroteo. Según se cuenta, lograron abatir al bandido Cucaracha así como a varios de sus compinches: el Cerrudo, el Herrero de Osso, el Molinero de Belver y el Guarnicionero de Alcolea (Antonio Lampériz, José Berna, Melchor Colomer y José Solanilla, respectivamente). Todo sucedió el 28 de febrero de 1875 en el corral de “La Nica”, en Lanaja. Siguiendo las costumbres de la época, el cuerpo del Cucaracha fue llevado a Sariñena y expuesto para público escarmiento.

Tras su muerte, la banda del Cucaracha continúa llevando a cabo algunos robos si bien la labor de la Guardia Civil se intensifica. Según los documentos históricos existentes, 46 miembros fueron muertos o capturados y, por lo tanto, entre 1875 y 1880 quedó prácticamente erradicado el bandolerismo en Los Monegros.
Tebeos El bandido cucaracha

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jueves, 10 de diciembre de 2015

Pepa la Loba


La figura mítica gallega la bandolera "Pepa la Loba" entre leyenda y realidad.


 Pepiña, fue una niña huérfana, nacida a mediados del siglo XIX, sobre el 1835 no se sabe con certeza el lugar pero se cree que fue en la parroquia de Couso o en la de Moedo ambas en Pontevedra.
Pepa, se cría sola con su madre eran muy pobres, pero fue a partir de la muerte de su madre a causa de un mal parto, cuando lleva una vida ruin y complicada, ya que se queda a cargo de ella una tía suya, Dorinda que la obliga a mendigar por mercados y ferias.
Se cree que tanto su nacimiento como el segundo parto que se lleva la vida de su madre y del bebé, se deben a sendas violaciones por parte de un hombre sin escrúpulos, el albeite o veterinario de la zona.

Pepiña se convirtió en Pepa la pastora, a los doce años y fue a esa edad cuando se acrecentó la leyenda. Un día, Pepa defendió de un lobo feroz sus ovejas y ayudada por su perro, dio muerte al animal que intentaba atacar al rebaño y a ella le mordió… ¡Así nace Pepa la Loba!


Su tía presume entonces de sobrina valiente, pero Pepa la abandona y se va a trabajar en la tienda de ultramarinos del pueblo, el propietario era hermano de aquel degenerado que se suponía era su padre. Aquel hombre no solo acoge a la niña bajo su tutela sino que la nombra heredera y la trata muy bien dándole una formación.
Pero se produce un hecho que cambia, otra vez, toda la vida de Pepa, aquel hombre salvaje mató o su propio hermano, tío y benefactor de Pepa, para apoderarse de sus bienes. Después de un juicio amañado, la chica fue culpada del asesinato y encarcelada a cadena perpetua. Durante ese tiempo se llena de rencor y deseos de venganza, hasta que un día pide auxilio espiritual, la visita el capellán de la cárcel a quien golpea y escapa vestida con sus ropas.

Una vez fuera se disfraza de hombre con una pistola y su perro se dirige a el pueblo, lo primero que hace Pepa al salir de la cárcel es matar a su asesino padre, con ayuda de su perro al que llamaba “Lueiro”.
Se marcha al monte a vivir y forma una partida de bandoleros, se convierte en una especie de vengadora que acaba con la vida de todos los hombres que cometiesen cualquier tipo de crimen, robo o asalto, fuese cual fuese el escenario del delito. Sus venganzas tienen lugar en toda Galicia, principalmente en Pontevedra, con su cuadrilla de bandoleros asaltaba a caminantes de clase alta, curas, caciques, también los pazos, casas fuertes, rectorales(casas de los curas). Los ricos la odiaban y temían sin embargo suscitaba simpatía y admiración entre la mayoría de los campesinos gallegos, pues se sentían identificados, en cierta manera, con ese espíritu anárquico y esa vida azotada por la miseria, la injusticia y la crueldad.Y así comienza a forjarse una leyenda que aun se sigue trasmitiendo en muchos de los lugares que la famosa bandolera frecuentaba. Una de sus zonas de actuación era en el antiguo camino a Ponteareas, poco antes del Castillo de Villasobroso. También se tiene constancia que en “A Hermida” (Covelo) asaltaba la casa de Maria Paula, hoy convertida en la Casa Museo Pazo da Cruz.
En las obras recientes en dicha casa han aparecido dos revólveres de la época, que probablemente eran utilizados para defenderse de. Pepa Loba, que con su cuadrilla, aparecía por la casa de cuando en cuando para exigir 4 panes y dinero.
Los frecuentes asaltos a la casa provocaron que la familia escondiera en un monte de su propiedad, dinero y joyas ante el temor de perderlo en uno de los asaltos.
Su máxima era:  ¡Home morto non fala…! Hombre muerto no habla.


No está muy claro cómo termina la historia de la bandolera una versión dice que muere en la prisión de A Coruña. Hay quien apunta que Pepa la Loba murió en uno de los asaltos a un rectoral cuando le arrojaron aceite hirviendo. Existe muy poca documentación sobre su vida. Además de los relatos, hay una referencia escrita que habla de la existencia de Pepa Loba. Se trata de una mención que hace la escritora y penalista Concepción Arenal después da haberla visto en una visita a la cárcel de Coruña.
Según el escritor Carlos Reigosa, autor de una novela sobre la vida de Pepa, existen testimonios populares que apuntarían a la existencia de una casa suya en A Terra Chá(comarca de Lugo) y dos posibles desenlaces que fuera asesinada por uno de los miembros de su propia cuadrilla o que hubiera muerto anciana tras haberse reinsertado a los 40 años de edad con una hija en la misma sociedad dominada por los hombres que tanto había combatido.

Otra posibilidad que se baraja es que existiese más de una Cuadrilla de Pepa la Loba, de esta manera una primera mujer sería conocida por éste seudónimo y posteriormente otras personas que se dedicasen al bandolerismo adoptarían ,o bien serían conocidas por la misma denominación. Esto podría explicar la cantidad de referencias que se dan por distintos lugares y momentos, sobre a la existencia de Pepa la Loba.


Bibliografía:
http://www.farodevigo.es/media/documentos/2006-10-21_DOC_2006-10-14_03_10_01_elsabado.pdf
http://guardiacivil.eu5.org/bandolerismo/pepa.html

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-Perot Rocaguinarda el bandolero catalán que aparece en el Quijote

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