martes, 28 de enero de 2014

Tienda online del Museo del Bandolero


  Si quiere hacer un regalo a algún/a aficcionado/a al bandolerismo aquí lo encontrará seguro:

Tenemos disponible en nuestra tienda online mantas típicas de bandoleros, pañuelos, fajines, alforjas, bolsos, sombreros calañeses o catites de inmejorable calidad. Disfraces de adulto o niños a precios muy económicos.
Libros de la temática del bandolerismo, películas, navajas de Albacete, réplicas de pistolas y trabucos, armas de avancarga, etc.
También disponemos de trajes completos en alquiler ideales para recreaciones históricas.

Puedes verlos en www.museobandolero.es




Hasta pronto!

Para más información pueden ponerse en contacto con nosotros.
Calle Armiñan 65, Ronda (Málaga)
Teléfono: 952877785
Web: www.museobandolero.com
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jueves, 23 de enero de 2014

Joaquín Camargo Gómez "El Vivillo"


    Natural de Estepa (Sevilla), “El Vivillo” nació el 4 de marzo de 1866 convirtiéndose en el décimo de los que serían dieciséis hermanos, de los cuales todos mueren en la niñez, menos Joaquin y su hermano José, quince años mayor que él. Haciéndose llamar así por la agudeza y agilidad mental que demostró poseer desde pequeño.
Al cumplir los catorce años de edad decide escapar de su hogar cansado de soportar los malos tratos a los que le sometía su padre para trabajar en diferentes haciendas y cortijos, hasta que a los 22 años vuelve a Estepa tras la muerte de su padre y contrae allí matrimonio con una estepeña llamada Dolores, con la que tuvo cinco hijos. Al tiempo decide marchar a Gibraltar para probar fortuna como contrabandista de tabaco. En una pelea mata a un contrabandista, teniendo que esconderse de la Guardia Civil en Gibraltar ayudado de su amigo Juan García. Así comienza su vida de bandolero, junto a personajes como “El Soniche”, “El Vizcaya” o “El Ignacio” por tierras de la Serranía de Ronda.

Era un hombre de aspecto imponente por su profunda, desdeñosa mirada, aumentando por las grandes cicatrices de puñaladas que mostraba en los brazos.

Tras toda una larga serie de robos y fechorías entre la leyenda y la realidad, entre la maldad y la generosidad. Joaquín Camargo Gómez, sobrevivió a la persecución huyendo a Argentina, aunque sería posteriormente extraditado a España en 1909, es encarcelado en varias ocasiones hasta que es absuelto entre 1912 y 1913, tras lo cual dictó sus “Memorias” al periodista Miguel España e intentó una nueva vida como picador de toros en la cuadrilla del diestro conocido como Morenito de Alcalá aprovechándose de sus dotes como caballista.

Aquella aventura taurina no duró mucho tiempo y a Joaquín Camargo le rondaba la cabeza volver a tierras argentinas. El periódico 'El Popular' recogía en su edición del 6 de septiembre de 1911 el paso por Málaga de este bandolero. «A bordo del trasatlántico Satrústegui -decía la crónica-, que zarpó ayer con rumbo a Buenos Aires, marchó el célebre exbandido Joaquín Camargo "El Vivillo". "El Vivillo" llegó el domingo a Málaga con el propósito de tomar pasaje para América en el primer correo. Le acompañaba su mujer y sus hijos. En nuestra población permaneció hospedado en una casa de huéspedes, hasta ayer por la tarde, que embarcó en el referido trasatlántico. Piensa "El Vivillo " establecerse en Buenos Aires, donde se dedicará a negocios mercantiles."



Viendo como solo cuatro años después muere su esposa Dolores dejándolo en la más absoluta de las soledades, la cual le sumió en una profunda depresión que le hizo ingerir una solución de cianuro potásico que le quitó la vida el 16 de julio de 1929.

Acabó así la vida de Joaquín Camargo Gómez “El Vivillo”, un bandolero que pese a sus múltiples encuentros con la justicia salió de ellos airoso al ver como los cargos contra él se hacían inconsistentes, las pruebas dudosas y los procesos sobreseídos, saliendo de los estrados absuelto, y que nos legó una de las biografías del bandidaje más ricas y sorprendentes a la vez.

Esperamos que os haya parecido interesante y os animamos a que comentéis y compartáis si os apetece. Hasta pronto!

http://sevilla.abc.es/andalucia/20150615/sevi-vivillo-bandolero-andaluz-201506141950.html

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domingo, 19 de enero de 2014

José Ulloa Navarro El Tragabuches

José Ulloa Navarro "El Tragabuches"

    Nació en Arcos de la Frontera (Cádiz) el 21 de Septiembre de 1781, bautizado José Mateo Balcázar Navarro cambió su nombre por el de José Ulloa Navarro amparándose en una pragmática real en la que Carlos III autorizaba a los gitanos a tomar el apellido que deseasen, heredó el apodo de su padre, que en una ocasión se había comido un feto de asno adobado en una apuesta por cuatro duros de plata.

Su padrino fue D. Bartolomé Romero, pariente de la familia torera rondeña de los Romero, formado desde muy joven como banderillero y después sobresaliente de José y Gaspar Romero. Recibió la alternativa como torero en Salamanca el 12 de Septiembre de 1802, donde murió Gaspar Romero de una cojida, teniendo ”El Tragabuches” que terminar la corrida.

Un nefasto día, José Ulloa salió de Ronda a caballo para ir a torear a Málaga, teniendo que volver a Ronda a consecuencia de una caída del caballo. Era el año 1815, probablemente una tarde de otoño,  al llegar a su casa, donde vivía amancebado con la mujer más guapa de la ciudad del Tajo, la bailaora María «La Nena» encontró la puerta cerrada, y al entrar la vió muy turbada y nerviosa, recelando por su parte infidelidad, registró toda la casa sin encontrar a nadie, tras lo cual con la necesidad de saciar su sed se dirigió a una tinaja siempre llena de la recién estrenada agua del manantial de La Hidalga, no fue el dulce cristal lo que halló, sino a un mozalbete, apenas un crío, quien lleno de miedo y sin calzones andaba dentro escondido, el amante de su mujer; Pepe "El Listillo", un acólito de la parroquia rondeña de Santa María la Mayor. En el acto, “El Tragabuches” mató al amante y después a su mujer lanzándola por la ventana. Salió a la calle, besó la frente de su amada y le bajó las faldas para que nadie del pueblo pudiera ver sus aireadas vergüenzas, montó en su caballo huyendo camino de Gibraltar y lejos de la muerte segura que le habría esperado en la horca por el loco asesinato.

Tras el desgraciado acontecimiento, el torero no halló otra solución para su vida destruida, más que alistarse en la temida cuadrilla de “Los Siete Niños de Écija”; dirigida por entonces por Juan Palomo. Conoció a «El Tempranillo» cuando entró en la famosa banda, que en realidad llegaron a ser más de cien en algunas ocasiones. En dicha cuadrilla permaneció hasta su disolución, alcanzando un gran renombre como destacado bandolero. Todos los miembros fueron cayendo poco a poco, pero de Ulloa, del «Tragabuches», nunca más se supo, tan solo que nunca fue detenido ni muerto en refriega alguna.

Hay quien dice que pasó el resto de su vida vagando por otras tierras de España donde nadie podía reconocerlo. 
También era cantaor, y se conserva una letra atribuida a él: "Una mujer fue la causa/de mi perdición primera./No hay ningún mal de los hombres/que de mujeres no venga"

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miércoles, 15 de enero de 2014

Viajero romántico William Jacob

Un inglés en la Andalucía del general Castaños
Llegada a Cádiz en 1809:
Primer encuentro con el olor a ajo y aceite:


«Tras haber pasado por los registros y haber logrado resignarme en parte con los nauseabundos olores del aceite y el ajo, quedé gratamente sorprendido por la extraordinaria escena a mi alrededor; casi pude imaginarme que había caído de repente desde las nubes en medio de una amplia mascarada. La variedad de vestidos y personajes, la muchedumbre, la altura y la limpia apariencia externa de las casas con los visillos corridos de un lado hacia otro, y los estrechísimos extremos de sus calles la hacía parecer aún más bella, con sus balcones de sobresalientes rejas pintadas o doradas. Todo me produjo unas emociones que nunca antes experimenté»


«Las mejores casas tienen suelo de ladrillo y escalera de piedra o mármol. Como las ventanas generalmente miran hacia el patio, son privadas y están retiradas; y bajo la casa hay un aljibe que en las estaciones de lluvias se llena con agua. Cada hogar es como un castillo, separado y capaz de mantener una defensa militar»

«Las calles de esta ciudad están bien pavimentadas, lo que en cierta medida posiblemente responda al hecho de que apenas hay carruajes que puedan destruir el pavimento. Los coches no se utilizan y la mayoría de las calles son demasiado estrechas para admitirlos».

Seis meses en 57 cartas

Willian Jacob, político y comerciante, vino a Andalucía en plena Guerra de la Independencia. Peor aún, vino cuando las cosas marchaban francamente mal en esa guerra en la que su país, Inglaterra sería nuestro principal aliado. Jacob visita una Andalucía que está siendo conquistada por los ejércitos de Napoleón y que odia fervientemente a los franceses a la vez que confía en el poderío británico para deshacerse de ellos.

Jacob escribe a su familia largas misivas en las que les relata con todos los pormenores lo que ve, lo que siente y lo que piensa sobre los españoles. Estas cartas son, a su vuelta a Inglaterra, revisadas y pulidas para su publicación. Pese a ello conservan, en la traducción y edición de Rocío Plaza Orellana, la frescura de lo inmediato, la versatilidad de la mudanza de los sentimientos y el paulatino acercamiento del autor a los andaluces, a los que poco a poco va entendiendo en sus virtudes y sus defectos. De hecho, cuando publica sus cartas, ya de vuelta en Londres, William Jacob las acompaña de un prólogo absolutamente comprometido y solidario con los españoles y sus intereses en el conflicto armado. Y ello pese a que cuando este viajero abandonó Andalucía todo hacía pensar en el fracaso español ante el ejército de Napoleón.


De todas formas, Jacob, aún cuando habla de la guerra y recoge las preocupaciones políticas de su época, dedica, si cabe, más lugar en sus cartas a las gentes de Andalucía. Tal como dice en su introducción Plaza Orellana, Jacob aporta una visión diferente: «Los labriegos, muleros, soldados españoles y británicos, oficiales de ambos cuerpos, mujeres y niños de todos los rincones de Andalucía aparecen retratados en primer plano».

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sábado, 11 de enero de 2014

Guerrillero Andalusí Omar Ben Hafsún

El guerrillero andalusí Omar ben Hafsún, pesadilla de los emires de Córdoba

  Omar ben Hafsún nació en Ronda o cerca de ella, en Parauta, en el seno de una familia muladí, esto es, españoles conversos al Islam. Era de nobles antepasados hispanogodos, incluso se especula con la posibilidad de que fuera de la familia del rey visigodo Witiza. Su abuelo Chafar ben Salim fue el primer musulmán de la familia que como otros muchos cristianos de la época se convirtió para poder eludir la mayor cantidad de impuestos (las capitaciones) que los cristianos estaban obligados a pagar para poder conservar su fe.

Su padre Hafs partiría desde Ronda hacia una alquería llamada La Torrecilla, lugar donde nacería probablemente Omar, situado cerca del Castillo de Antar, cerca de Parauta y Júzcar.

El joven Omar detestaba a los árabes por su insufrible orgullo y el trato vejatorio que daban a los españoles, ya fueran conversos musulmanes (muladíes) o se mantuvieran cristianos (mozárabes).

El origen de cómo Omar se convirtió en un rebelde, según recoge el escritor Jorge Alonso García, está en un incidente que le ocurrió cuando descubrió que un pastor bereber le estaba robando el ganado a su abuelo, Ya`far ibn Salim. Omar se enfrentó a él, matándolo. Tras este asesinato, Omar hubo de esconderse en la sierra del Alto Guadalhorce, (Desfiladero de los Gaitanes), dado que él sabía que sería perseguido por los justicieros bereberes.
Con otros fugitivos como él, empezó a robar por la cora de Rayya y de Takoronna hasta que fue capturado por el valí de Málaga, que, desconociendo el asesinato cometido, sólo lo azotó.

Tras esto Omar Ben Hafsún decide partir hacia el norte de África estableciéndose en la ciudad marroquí de Tahart donde trabajó por algún tiempo como sastre. Allí un anciano con fama de adivino le predijo que algún día sería soberano de un gran reino. Animado por esta predicción y aprovechando el creciente caos interno de Al-Andalus decide volver en el año 880. Con el apoyo de su tío Mohadir reúne una partida de amigos y descontentos con los que decide edificar una pequeña fortaleza en el monte de Bobastro, rudimentaria pero de difícil acceso, aprovechando unos restos defensivos ya existentes, posiblemente de alguna construcción romana o posterior.

Desde allí empieza a hostigar la comarca. Tras algunos enfrentamientos con tropas enviadas desde Córdoba para contener al que simplemente se consideraba como un salteador de caminos, Omar Ben Hafsún empezó a preocupar al emir de Córdoba. Así pues en el año 883 Mohamed I envía al primer ministro cordobés Haxím al frente de un fuerte contingente militar por lo que Omar se rinde pactando entrar con sus hombres al servicio del emir con rango de oficial.
Omar Ben Hafsun
Dentro del ejército omeya participa en una aceifa por tierras de Álava pero el desprecio con el que los árabes tratan a los musulmanes de origen español hace que decida abandonar Córdoba y seguir con su vida rebelde regresando a Bobastro dos años después, recibiendo a cientos de partidarios de origen español, mozárabes y muladíes: daba comienzo en su plenitud la rebelión mozárabe-muladí.

El nexo de unión entre los rebeldes era el hecho diferencial étnico, el origen español o hispanogodo. Así pues la rebelión mozárabe-muladí se trató de un conflicto nacional, no religioso, pues precisamente los españoles conversos al islám fueron el núcleo central de las bandas insurgentes en contra del poder árabe establecido en Al Andalus. Un claro ejemplo del carácter étnico o nacionalista de esta rebelión fueron los nombres que se dieron las dos facciones en lucha: los rebeldes de origen español denominaban "bandidos del desierto" a sus rivales de raza árabe, y éstos despreciaban a los hispanogodos denominándolos "hijos de las blancas" indistintamente de que fueran musulmanes o se mantuvieran cristianos.

Los bereberes descendientes de los que llegaron junto a los árabes casi dos siglos atrás con la invasión islámica eran despreciados, al igual que los españoles, por la clase dirigente árabe y tomaron partido según su interés pero en el mayor número de casos colaboraron con los españoles contra el poder árabe.

Omar Ben Hafsún rápidamente toma Auta, (junto a Riogordo), Mijas, Comares y Archidona. En el año 886 pacta con otros rebeldes, los Banu Rifá que dominaban Alhama y su sierra y debe hacer frente a las tropas del gobierno al mando del príncipe heredero Al-Mundhir (Almóndir), pero cuando está a punto de ser derrotado muere el emir Mohamed I el 4 de agosto del 886 y Al-Mundhir debe regresar a Córdoba para hacerse cargo del país. Durante esta pausa Ben Hafsún aprovecha para reorganizarse reclutando campesinos para hacerse con el control absoluto de las coras o provincias islámicas de Takoronna (Serranía de Ronda) y Rayya (Málaga-Axarquía), apoderándose posteriormente de Iznájar y Priego haciendo desde ellas incursiones por Cabra y Jaén. El emir Al-Mundhir envía tres generales para someterlo pero sólo recuperan Iznájar, a comienzos del año 888, el propio emir debe partir al frente de sus tropas y asedia Archidona donde los muladíes se rinden siendo ejecutados los defensores mozárabes, cuyo jefe es cruxificado entre un perro y un cerdo. Lo mismo ocurre en Priego que también es recuperada por los omeyas.

Tras estas victorias sigue el asedio de Bobastro provocando que Omar pacte con el rey su rendición a cambio de la amnistía. Pero inesperadamente Ben Hafsún rompe la tregua cuando el emir ya se retiraba atacándolo. Esto provoca la ira de Al-Mundhir que promete no levantar el cerco hasta destruir completamente a los rebeldes, algo que no logra pues cae herido por una flecha. Su hermano Abd Allah intrigó para que se le administrara un veneno haciéndolo pasar por medicina, por lo que Al-Mundhir muere. Abd Allah intenta ocultar la muerte durante tres días pero al no caer Bobastro lo anuncia a las tropas, que se desbandan regresando a Córdoba un pequeño cortejo fúnebre. Al enterarse Omar ben Hafsún, ataca la comitiva pero el nuevo rey Abd Allah le pide que respete al difunto y Omar así lo hace.
 
Reconstrucción pictórica de la mítica Bobastro sitiada militarmente
Durante el emirato de Abdallah las rebeliones internas en Al-Andalus se confirman, toda la región está sumida en la anarquía y se suceden violentos enfrentamientos entre la población de origen español y los árabes. Omar ben Hafsún aprovecha para firmar alianzas con otros rebeldes muladíes como Ibn Mastana en las montañas cordobesas e Ibn al Saliya en Jaen. También desarrolla una estrategia de alianzas y pactos con beréberes como los Banu Jalí de Cañete e incluso árabes como los Banu Hayyay de Sevilla, de este modo mientras más piezas se desprenden del tronco, más aislado se encuentra el Emir en Córdoba. Omar toma Estepa, Osuna y Ecija en el año 889, conquista Baena masacrando a sus defensores por lo que Priego y el resto de la Subbética se rinden sin luchar y sus tropas hacen incursiones cerca de la capital, Córdoba.

El amplio estado que ya controla Omar ben Hafsún establece impuestos sobre la población para lo que busca una legitimidad oficial que le lleva a enviar emisarios en el 891 a los Aglabíes de Túnez, y luego en el 910 a los Fatimíes que sustituyeron a aquellos. Intenta también el reconocimiento de su estado por el rey astur Alfonso III, instala un obispo cristiano en Bobastro, construye allí una iglesia y se convierte al cristianismo en el año 899 tomando el nombre de Samuel. Este sería probablemente un grave error político pues conllevó la perdida de una parte de los apoyos de los hispanomusulmanes o muladíes, pues muchos no aprobaron que abrazara de nuevo el cristianismo de sus antepasados. Esta conversión produjo así mismo que se rompieran varios pactos establecidos con las tribus bereberes y árabes enfrentadas al poder del Emirato de Córdoba.

Abd Allah consiguió en Poley, hoy Aguilar de la Frontera, una importantísima victoria ya que derrota a Ben Hafsún que marchaba sobre Córdoba (año 891) y recuperó Ecija y otras plazas del Guadalquivir en dura lucha, y que en parte volverían luego a Ben Hafsún. El nuevo siglo verá el inicio del declive del malagueño agravado por su controvertida conversión, Sevilla y Carmona dominada por el árabe Ibrahim ibn Hayyay rompen con él, la nueva derrota de Ben Hafsún en Estepa permite al emir cordobés reconquistar Jaén en el año 903, los beréberes Banu Jali también rompen su alianza con el caudillo hispano y se someten al emir, Bobastro es atacada y todo su reino atravesado por los ejércitos enemigos perdiendo Martos en el 906, la muerte del emir Abd Allah y la llegada al trono en el 912 de su nieto Abd al-Rahmán III, agravan aún más la situación pues el joven omeya quiere pacificar su reino y organiza un gran ejército con el que conquista de nuevo Ecija, después marcha sobre la cora de Elvira tomando Baza y Salobreña evitando el ataque directo contra Bobastro, por lo que en esta primera expedición Abderramán III recupera 70 plazas fuertes y 300 refugios fortaleza menores. En el 914 un nuevo ataque omeya, esta vez por la cora de Takoronna, le vence en Ojén y sigue por la costa hacia Algeciras ya que Abderramán III decide seguir sobre Sevilla que se somete, no así Carmona que sigue bajo los Banu Hayyay y es sitiada hasta caer en el 917.
 
Abd al-Rahmán III
Omar Ben Hafsún muere en el 917 y su estado pasa a su hijo primogénito Chafar que tras perder varias plazas en el 919 es asesinado en una conjura en el castillo de Bobastro en octubre del 920, siendo sucedido por su hermano Sulayman, posiblemente el más valeroso de los hijos de Omar Ben Hafsún. Sulayman recupera Ojén brevemente, pierte Jete y Almuñécar en el 921, y muere en una emboscada en el año 927. Su hermano Hafs, asume el mando pero tras perder Málaga y ser asediado en Bobastro rinde la mítica plaza el 19 de Enero del 928.

Había caido Bobastro, la inexpugnable, símbolo de la resistencia mozárabe-muladí contra el poder árabe y capital de un reino español independiente al sur del Emirato de Córdoba, llegando a extenderse desde Cádiz hasta Granada. Tras 50 heroicos años de resistencia cayó la ciudad rebelde que comenzó siendo un mero bastión militar y que llegó a acoger a unos 10.000 habitantes de origen español (la mayor parte refugiados durante la guerra civil acaecida durante el reinado de Al-Mundhir) contando con palacios, alcázares y sólidas murallas. Tras tomar Bobastro Abd al-Rahmán III ordenó desenterrar los cadáveres de Omar ben Hafsún y su hijo Chafar y los expuso al público en Córdoba. También desterró de Al-Andalus a muchos mozárabes partidarios de los hafsuníes, alcanzando de este modo con su victoria un gran prestigio que le animó a proclamarse Califa en el 929.

Omar Ben Hafsún, "jefe de toda la raza española del Mediodía" lo llamó el holandés Dozy, "caudillo de la oprimida nacionalidad española" que decía Simonet, podría ser considerado como el Cid olvidado, otro héroe popular al estilo de bandoleros como Curro Jiménez que combatirían muy posteriormente otra opresión extranjera: la invasión francesa. Sanchez Albornoz escribió sobre Omar Ben Hafsún "otra vez la raza hispana alumbró una gran capitán popular (...) que los españoles, cristianos o musulmanes amaron con pasión".
Estado actual de ermita rupestre en Bobastro, Mesas de Villaverde (Ardales)

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domingo, 5 de enero de 2014

Receta de yemas del Tajo de Ronda


    Para venir a visitar Ronda existen múltiples motivos pero no hay duda de que uno de ellos es este producto de la gastronomía las conocidas "yemas del Tajo".
Son dulces pequeños hechos con yema de huevo y azúcar. Las yemas de huevo se baten y se les añade azúcar con agua. Se lleva a ebullición y se prepara un almíbar un poco fuerte. La mezcla se va cuajando a fuego lento en un perol y una vez cuajada se deja enfriar. Posteriormente se le da la forma redonda y se reboza en azúcar glas y se envasa. No obstante, el secreto está en el cariño, cada yema tiene su particular punto, el punto que le da su confitero. Hay que tener en cuenta la calidad de los huevos, echar el azúcar en el momento oportuno y tener paciencia para hacerlas a fuego lento, según las palabras de los propios confiteros de "Las Campanas".
El misterio de estas bolitas de huevo y azúcar  se comprende al probarlas, delicadas, finas, untuosas, que se funden al entrar en contacto con el paladar, sin apenas presión, se desvanecen inundando toda la boca. Su elaboración sigue siendo artesanal y se forman las bolas una a una, sus ingredientes son 100% naturales (yema de huevo y azúcar).
Son perfectas para acompañar el café después de una buena comida, o a media tarde junto con un chocolate. Se pueden comprar en la confitería "Las Campanas" situada en la céntrica Plaza del Socorro.

Receta

Para el almíbar
180 gr.  agua
200 gr.  Azúcar
Poner el azúcar y el agua en un perol eléctrico o en su defecto en un cazo y llevar a ebullición hasta conseguir un almíbar con punto de bola dura
Para la pasta de yemas
12 yemas de huevo
Tamizar las yemas en un bol y agregarles el almíbar, mezclar y  volver a poner al fuego, esta  vez al baño María,  cocer sin dejar de remover hasta que la pasta se empiece a separar de las paredes, cocer un par de  minutos mas y verter en un recipiente para que se enfríe.
Para las yemas
Cuando este templado, mezclar el con 50 gramos de azúcar glasé y proceder a formar las bolas. Por último rebozar en azúcar grano o en azúcar glasé según se prefiera.
Se suelen presentar en cápsulas de papel blanco.


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jueves, 2 de enero de 2014

Tipos de bandoleros

Nos ha parecido que podría ser interesante mostraros esta clasificación de bandoleros extraída del trabajo realizado por D. Andrés Tenor Chamizo y Doña Mª Carmen Roldán Borrego y publicado en el libro de las Actas de las IX Jornadas sobre el bandolerismo en Andalucía, con el título de “El bandolerismo en Andalucía a la luz de ocho jornadas de estudios monográficos”.

   El bandolerismo, a lo largo de la historia, ha adoptado en Andalucía diferentes formas, las cuales analizaremos profusamente en cuanto a los modelos del siglo XIX, si bien nos retrotraeremos a los siglos anteriores para indicar los inicios del bandolerismo decimonónico.

• Bandolerismo de matiz religioso. 
Los moriscos expulsados de España se dedicaron desde el norte de África a la piratería en el mar Mediterráneo y al bandolerismo terrestre, adentrándose por las provincias de Málaga y Granada, fundamentalmente, asaltando cortijos, robando ganado y cosechas y, sobre todo, cogiendo prisioneros que eran llevados a las plazas del norte de África para, después, pedir por ellos un fuerte rescate. Los cristianos, ante tales hechos, se vieron obligados a tener una organización defensiva que iba desde las construcciones de torres vigías hasta la formación de patrullas de vigilancia en las costas, pasando por las llamadas de rebato con toques de campanas para avisar a los pobladores. Sin embargo, algunos historiadores como Díaz Torrejón, opinan que estas acciones las realizaban en beneficio propio y, por tanto, hay que verlas al margen de las creencias políticas y religiosas.

• El contrabando y el cuatrerismo. 
Son unas formas primarias del bandolerismo, que, aunque empiezan siendo diferentes del mismo, solían terminar en él. El contrabando consiste en el comercio de géneros prohibidos por las leyes a productores y mercaderes particulares. Es una acción de introducir fraudulentamente dichos géneros o exportarlos estando prohibidos. El contrabandista es el que se dedica a la defraudación de las rentas de aduanas, el que practica el contrabando. El contrabando ha sido un oficio casi tan viejo como los Estados, pero entre las épocas de su máximo desarrollo podemos destacar el último cuarto del siglo XVIII. La mercancía ilícita, según Arturo Rodríguez, entraba en Andalucía procedente de América, Islas Británicas, Centro Europa y Portugal, a través de tres principales vías: Gibraltar, la costa Mediterránea y la raya de Portugal. Los contrabandistas actuaban normalmente burlando la vigilancia aduanera o sobornando a funcionarios y, mediante pequeños barcos procedentes de Gibraltar u otros puertos extranjeros, introducían las mercancías en las playas andaluzas (Estepona, Marbella, etc..). Desde ellas, con unas recuas de mulos las colocaban en el interior. Entre los contrabandistas mas importantes destacamos sobre todos ellos a Bartolomé Gutiérrez, Juan de Arévalo (Osuna), Francisco Correa, Agustín Florencio (Jerez), Francisco Esteban (Lucena), Curro López (Jerez), Juan García Nebrón (Cañete la Real), y sobre todos, a Diego Corrientes, el único bandolero, según Santos Torres, al que se le aplicó la pena de muerte sin haber cometido ningún delito de sangre ni haberse alzado en armas contra la justicia.
• Bandolero-Guerrillero. 
Díaz Torrejón nos ha dejado innumerables textos en los que demuestra que guerrilla y delincuencia fueron de la mano en toda la Guerra de la Independencia; que durante la misma no hubo un paréntesis en el bandolerismo, sino que, muy al contrario, el guerrillero adoptó la personalidad del bandido y viceversa; que la miseria derivada de la guerra empujaba a muchas personas a buscar en los caminos el modo de subsistir o el de encontrar una vida más fácil. Entre los guerrilleros-bandoleros destacamos nombres como Pedro Peña “El Sotana” que actúo por el término de Lucena; Juan Campo y Pedro Alcalde, que lo hicieron por los de Benamejí y Encinas Reales; la partida de “Los Guerras” en el Marquesado de Estepa, etc.

• Salteador de caminos y diligencias. 
Este tipo de bandolero actúo en cuadrillas de cuatro, seis u ocho hombres, fundamentalmente en el primer tercio del siglo XIX. Subidos a caballo, hicieron del asalto a las diligencias y el robo en descampado el centro de su actividad. Es el bandolerismo descrito por los viajeros románticos, los cuales, huyendo del mundo desarrollado y civilizado del que proceden, quieren analizar el mundo tradicional, agrícola y pintoresco en que Andalucía pervive. 



• Bandolerismo de chantaje y anónimos.
Con la creación de la Guardia Civil, la actividad de los bandoleros sufrió un duro golpe. Las nuevas fuerzas de orden público les podían coger en el menor descuido. Así, en la segunda mitad del siglo XIX la mayoría de los bandoleros varió sus métodos de actuación. En muchos casos, el bandolero, con su reconocida arrogancia, era capaz de presentarse ante su víctima y pedirle dinero bajo amenazas de muerte. Así solía actuar la “Cuadrilla de Montellano” o “Pernales” quien, por ejemplo, en 1907 fue a visitar a los poetas Villalón e Hinojosa, ricos propietarios, en sendas fincas de la Rana – Morón y Alameda, a los que amenazó de muerte si no les proporcionaban cierta cantidad de dinero. Pero como el éxito no estaba garantizado, el paso siguiente fue el secuestro de la persona extorsionada o de alguno de sus familiares a cambio de importantes cantidades de dinero. Secuestros famosos fueron el del niño Crispín, en el que actuó de padrino “ El Niño de Benamejí” y de mediador Luis Artacho, o el secuestro de Orellana por varios bandoleros (“Malaspatas, “Cuco”, etc..) vestidos de Guardias Civiles al frente de “Garibaldino”. Entre las leyes más importantes que salieron del Parlamento español para luchar contra esta modalidad, estuvo la llamada “ley de secuestros” de 1877, que, según Gavira Mateos, se aplicaría no sólo en la provincia que padeciera el secuestro, sino también en las limítrofes, castigándose a los secuestradores con penas que irían desde cadena perpetua a muerte; se constituiría un Consejo de Guerra en cada una de las provincias afectadas y se recompensaría en metálico a las personas o corporaciones que ayudarán de los reos. Una tercera modalidad de este tipo de actos era el de los anónimos o esquelas en las que se solicitaba una determinada cantidad de dinero, a colocar en tal o cual sitio bajo las mayores y peores amenazas si se incumplía lo pedido.

• Bandolerismo político en la segunda mitad del siglo XIX. 
No se puede decir que muchos bandoleros no actuaran bajo determinados prismas políticos en la primera mitad del siglo XIX. Los guerrilleros en la Guerra de la Independencia, los que apoyaban en mayor o menos medida los movimientos liberales como “El Tempranillo” en la intentona de Manzanares, o los carlistas que trataban de aupar al trono al pretendiente D. Carlos, todos ellos lo hicieron con una inspiración política. M. Bernal considera a estos tipos de bandoleros como instrumentos al servicio de las fuerzas políticas contrarrevolucionarias, entre cuyos cometidos estaría al servicio de guardaespaldas a caciques y terratenientes, actuando como fuerza intimidatorio contra las reivindicaciones obreras organizadas e, incluso, como agentes electorales. Antonio Merino apuesta por esta visión y acude a numerosos ejemplos, tanto de la vida real como de la ficción literaria, para demostrar la relación del bandolero con los caciques en el Valle de los Pedroches, hasta el punto de constituir uno de los instrumentos principales que utilizaba la oligarquía andaluza para mantenerse en el poder. Juan Pérez Cubillo también se apoya en la literatura, y en su visión barojiana del fenómeno analiza las cuestiones sociales y políticas en algunas de sus obras. Juan Carlos Torres sitúa hacia la mitad del siglo XIX un bandolero en Sierra Morena que va abandonando, cada vez más, el robo a viajeros y haciendas y se conecta con objetivos político-militares. Afirma que las primeras gavillas en esta modalidad son restos de partidas carlistas.

Fuente: http://tierrasbandoleras.wordpress.com/2011/03/29/tipos-de-bandoleros/

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-Tipos de bandoleros
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-José Ulloa Navarro "El Tragabuches"
-Joaquín Camargo Gómez "El Vivillo"
-Diego Corrientes Mateos
-Francisco Ríos González "El Pernales"
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-Juan Caballero "El Lero"
-José María Hinojosa "El Tempranillo"

-El Barquero de Cantillana

-Jaime Alfonso "El Barbudo"

-Juan Sala Ferrer "Serrallonga"
-Letrilla popular a José María "El Trempranillo"

-Perot Rocaguinarda el bandolero catalán que aparece en el Quijote

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