Le llamaban «Chichos», que en vasco significa «duende» o «fantasma». El apodo se lo pusieron por su forma de actuar sigilosa y casi sin dejar rastro. En una ocasión entregó dinero a la mujer de una venta a quien le iban a embargar la casa. La mujer pagó al escribano cuando vino a desahuciarla y «Chichos» lo esperó en el monte y le robo recuperando lo que era suyo.
(Bibliografía: Bandoleros - José Antonio Adell & Celedonio García)
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