La mujer no solía participar directamente en actividades de contrabando pero si en las de almacenamiento y custodia de la mercancía, en su venta posterior o en la manipulación, de modo que al corresponderle la parten menos expuesta solía permanecer en el anonimato y en muy raras ocasiones era denunciada o detenida por los carabineros.
La primera noticia aparece en el informe que sobre vagos, bebedores o contrabandistas se realizó en 1829. Se menciona en él "a la amancebada" de un tal Antonio Peñalver a la que se detenía por contrabando y se enviaba a las Reales Cárceles.
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