Otro hombre que no hubiera sido Rosa Samaniego, hubiera tal vez reventado con la cantidad de ron que acababa de beber; pero este, sin demostrar la más ligera señal de embriaguez, reunió a sus partidarios, luego que el cura Santa Cruz dejó el campo libre, y con una voz áspera y ruda, se contentó con decirles lo siguiente: - Ya habéis visto que el hombre que resiste a todo género de bebidas puede resistir el sueño, el hambre, la sed, la fatiga y demás cosas por el estilo: con que al que rechiste lo ahorco. A obedecer ciegamente, a no demorar ningún servicio y a no dejarse sorprender por nadie. Con que buenas noches, y a descansar. ¡Viva el rey!
(Bibliografía: Rosa Samaniego. Vida, hechos y hazañas)
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